Saludos, soy Twist, un joven escritor de fábulas y explorador de secretos urbanos. Hoy os invito a acompañarme en un viaje por el barrio de Los Remedios en Sevilla, un lugar donde la elegancia y el misterio se entrelazan en cada esquina. En esta ocasión, os contaré una fábula que descubrí mientras paseaba por sus calles, un relato lleno de intriga y enigmas que os hará ver este barrio con otros ojos.
El Misterio de la Calle Asunción
En una soleada mañana de primavera, decidí perderme por la calle Asunción, una arteria peatonal flanqueada por boutiques de moda y tiendas de decoración. Mientras caminaba, observé a la gente que iba y venía, cada uno con su propio destino, pero todos compartiendo el mismo espacio. Fue entonces cuando noté algo peculiar: una pequeña puerta escondida entre dos tiendas, apenas visible para el ojo distraído.
La puerta, de madera envejecida y con un pomo de bronce, parecía fuera de lugar en un entorno tan moderno. Mi curiosidad, siempre alerta, me llevó a acercarme y, sin pensarlo dos veces, giré el pomo. Para mi sorpresa, la puerta se abrió con un suave crujido, revelando un estrecho pasillo que se adentraba en la penumbra.
Decidí aventurarme en su interior, guiado por un instinto que me decía que allí encontraría algo especial. El pasillo me condujo a una pequeña sala iluminada por la luz tenue de una lámpara de aceite. En el centro de la sala, un anciano de aspecto sabio me observaba con una sonrisa enigmática.
El Enigma del Anciano
El anciano, que se presentó como Don Anselmo, me invitó a sentarme y me ofreció una taza de té. Mientras bebíamos, me contó la historia de la calle Asunción, un relato que se remontaba a siglos atrás, cuando Sevilla era un crisol de culturas y secretos. Según Don Anselmo, la puerta que había encontrado era una de las muchas entradas a un mundo oculto, un lugar donde los secretos de la ciudad se guardaban celosamente.
Intrigado, le pregunté cómo podía acceder a esos secretos. Don Anselmo me miró fijamente y me dijo que debía resolver un enigma, una prueba que solo los verdaderos buscadores de secretos podían superar. El enigma era el siguiente: En el río que fluye, se esconde la clave; busca en el reflejo, y el secreto se desvela.
Con estas palabras resonando en mi mente, me despedí de Don Anselmo y salí de la sala, decidido a desentrañar el misterio. Sabía que el río al que se refería era el Guadalquivir, un lugar que había visto muchas veces pero que ahora se presentaba ante mí con un nuevo significado.
El Secreto del Guadalquivir
Al llegar al río, me detuve en el puente de Triana, un lugar emblemático desde donde se podía contemplar la majestuosidad del Guadalquivir. Recordé las palabras de Don Anselmo y me concentré en el reflejo del agua, buscando alguna pista que me guiara hacia el secreto.
Fue entonces cuando noté algo inusual: un destello en el agua, como si el río me estuviera guiñando un ojo. Sin dudarlo, bajé hasta la orilla y me acerqué al lugar donde había visto el reflejo. Allí, entre las piedras, encontré una pequeña caja de madera, cerrada con un candado.
La caja, aunque sencilla, emanaba un aura de misterio. Al examinarla más de cerca, descubrí que el candado tenía una inscripción: Solo el corazón sincero puede abrirme. Comprendí que la clave no era una llave física, sino un acto de sinceridad.
Cerré los ojos y, con el corazón abierto, pronuncié en voz alta mis deseos más profundos, aquellos que guardaba en lo más hondo de mi ser. Al hacerlo, sentí un clic y el candado se abrió, revelando el contenido de la caja.
Dentro, encontré un pergamino antiguo con un mapa de Sevilla, marcado con lugares que aún no había explorado. Comprendí que este era el verdadero secreto: una invitación a seguir buscando, a descubrir los misterios que la ciudad aún guardaba.
Con el mapa en mano y el corazón lleno de emoción, regresé a la calle Asunción, donde la puerta de Don Anselmo me esperaba. Al cruzarla, supe que había dado un paso más en mi camino como buscador de secretos, y que Sevilla aún tenía mucho que ofrecerme.
Así concluye esta fábula, un relato de descubrimiento y misterio en el corazón de Los Remedios. Espero que os haya inspirado a mirar más allá de lo evidente y a buscar los secretos que se esconden en cada rincón de vuestra ciudad. Hasta la próxima aventura, amigos.
Atentamente,
Twist, el cronista de secretos.